1. Introducción.

Los bólidos son fenómenos raros. El análisis de más de 5.000 horas de observación visual revela que la tasa media de aparición de un meteoro de magnitud mayor que 0.0m es de uno cada 2.7 horas; mientras que para observar un bólido de magnitud -3.0m se necesitan más de 300 horas de observación (Rendtel 1989). Del total de meteoros observados sólo un 0.6% son bólidos.

Los bólidos son producidos por meteoroides de gran tamaño cuyo origen puede estar en un cometa o asteroide. Terentjeva, en 1989, realizó un estudio de las órbitas obtenidas a partir de fotografías, y obtuvo que el 60% puede asociarse a asteroides y el resto a cometas. Entre los bólidos que origina meteoritos, más del 80% se asocian a asteroides del Grupo Amor, el 2% a asteroides el Grupo Atenas y el 15% a los del Grupo Apolo. Es posible que el 15% de los asteroides del grupo Amor (como 944 Hidalgo, 1866 Sisyphus, 1975 EA, 1949 HC,...) tengan su origen en cometas de la familia de Júpiter, por lo que la mitad de los bólidos podrían proceder de cometas y la otra de asteroides. Una evidencia experimental que apoya esta idea es que las Gemínidas se relacionan con el asteroide 1983 TB (Grupo Amor) y sus características son similares (aunque no iguales) a las de otros meteoros de origen cometario.
 
Además de las lluvias normales de meteoros, existen radiantes que sólo producen bólidos. A partir de 554 registros fotográficos, Terentjeva (1989) concluye que parecen existir 78 radiantes de este tipo. 375 de los 554 pertenecen a alguno de ellos. Por tanto entre las partículas de gran tamaño, la materia con origen común representaría el 68%.

2. ¿Cuándo observar?

Es habitual que los bólidos más brillantes se presenten de forma imprevista mientras realizamos otras observaciones, como variables, fotografía u observaciones de cielo profundo o, en el mejor de los casos, cuando observamos una lluvia de meteoros. Dedicarse en exclusiva a la observación de bólidos no tiene sentido, pero es muy importante anotar en un parte, siempre de forma individual, toda la información posible.


3. El parte de resumen.

Consideramos como bólido cualquier meteoro de magnitud igual o más brillante que -2.0m Se toma este criterio porque después de corregir las magnitudes visuales por extinción atmosférica y distancia al observador, las magnitudes zenitales se hallan próximas a -3.0m, valor que se toma de referencia. Por tanto, siempre que observemos un bólido de -2.0m o más brillante hay que completar un parte distinto por persona, aunque sea el mismo bólido. Si quisiésemos ser realmente rigurosos deberíamos tener en cuenta la extinción atmosférica, ya que la magnitud del meteoro no es la misma si este pasó por el Zénit que cerca del horizonte.
 
La corrección a Magnitud Zenital de la Magnitud Visual del bólido observado se ha de calcular con la siguiente fórmula:
 
M=m+5log10(sen hb)
 
Donde M es la Magnitud Zenital, m la Magnitud Visual y hb la altura sobre el horizonte a la que se observó el bólido, o en su defecto, la altura en la que su magnitud visual fue mayor. Este dato se ha de indicar entre paréntesis en el apartado correspondiente del parte de bólidos.
 
Magnitudes
hb
3 2 1 0 -1 -2 -2.5
-2
-3
-4
-5
-6
-7
-8
10º
-1
-2
-3
-4
-5
-6
-6
20º
 
-1
-1
-2
-3
-4
-5
30º
   
-0.5
-2
-3
-3.5
-4
40º
   
0
-1
-2
-3
-4
45º
   
0
-0.5
-2
-3
-4
90º
3
2
1
0
-1
-2
-2.5
 
Tabla 2. Magnitud Zenital para meteoros observados a diferentes alturas sobre el horizonte.
 
Tal como se observa en la tabla 2, incluso un meteoro de magnitud 2 que aparezca sobre el horizonte puede ser considerado como bólido. Ese caso no es muy habitual, y normalmente no suele verse ningún meteoro “débil” por debajo de los 25º, lo que en la práctica reduce el rango, como poco, a los de magnitud –1m o 0m. Por tanto, consideraremos como bólido cualquier meteoro que tenga Magnitud Zenital (o magnitud corregida por extinción atmosférica) igual o mayor que -3m. Los envíos que se hagan a IMO tendrán en cuenta que el FIDAC sólo recopila registros a partir de Magnitud Zenital mayores de -3.0. El resto de observaciones se guardarán en los ficheros de SOMYCE por si se necesitasen en futuros estudios.
 
Si se diese el caso de que observásemos un meteoro muy espectacular, aunque dejase chipas, se fragmentase o dejase una estela, si no tiene como mínimo la magnitud visual de -2.0m, no deberemos anotar ningún dato.
 
Antes de describir el parte de resumen es imprescindible hacer hincapié en los datos de mayor importancia que se deben considerar: la magnitud y el trazo del bólido.
 
3.1. Magnitud.
 
Puede ser estimada con suficiente precisión siempre y cuando no sea superior a -5.0m. Si fuese ese el caso, se puede comparar con estrellas cercanas o planetas (por ejemplo, Sirio tiene magnitud -1.5m, Júpiter -2.2m y Venus -4.0m). Un margen de ± 1 magnitud en la estimación se considera un valor bueno.

Para bólidos más brillantes de -5.0m un error de ± 2 magnitudes entra dentro de lo aceptable, pues la mayoría de las veces hay que estimar la magnitud de forma aproximada. Como referencia podemos acordarnos del brillo de la Luna llena (-13m) o de uno de sus cuartos (aproximadamente –6m). Conviene dar un rango para la magnitud visual, por ejemplo "entre -8 y -12". Siempre será más fiable que decir "tan brillante como la luna", o similares.
 
Normalmente, si un bólido produce sombras se puede asegurar que su brillo fue mayor que -5.0m. Si tenemos la suerte de observarlo justo donde mirábamos, hay que estar atentos al efecto de deslumbramiento sobre la retina. Si después de pasar no somos capaces de ver estrellas más débiles que magnitud +2m, se puede asegurar que la magnitud del bólido fue mayor o igual de –10m.
 
3.2. Dibujo del trazo.
 
Es vital para identificar la procedencia del bólido. Lo importante es definir con precisión el punto de inicio y fin de la trayectoria, procurando no despistarse en ver por donde pasa. Para ello podemos emplear una carta celeste (de proyección gnomónica en la que los meteoros aparecen como líneas rectas), siempre y cuando represente estrellas de magnitud +5m ? +6m como mínimo, con el fin de tener suficientes puntos de referencia.
 
Luego podremos unir esos puntos con una regla para obtener la trayectoria. Hay que tener en cuenta que ésta es la única manera fiable de determinar la trayectoria. Indicar por escrito las constelaciones en las que empezó o terminó (por ejemplo "entre Orión y Tauro") no es un criterio de mucha precisión, y a la larga trae más confusión. A falta de cartas también se puede dibujar una a mano.
 
El trazo dibujado siempre adolecerá de algún error, por eso es necesario indicar la precisión que nosotros creemos que tiene (por ejemplo: bueno, fin aproximado, comienzo no visto, etc.).
 
A veces puede ocurrir que el bólido aparezca durante el crepúsculo, al amanecer o incluso de día. En estos casos no hay estrellas o planetas de referencia para dibujar la trayectoria y hay que proceder de otra manera. Lo mejor es hacer un dibujo de la zona, con las montañas, árboles, etc, e indicar la altura sobre el horizonte de inicio y fin del bólido, así como la posición en grados, medidos en sentido horario, respecto al norte (con ayuda de una brújula) correspondiente a los puntos de inicio y final del trazo proyectados hasta el horizonte.

4. El parte de resumen.

En el parte de observación hay que indicar primero el año, mes y día de la observación.  Respecto a la hora, se ha de indicar en Tiempo Universal (T.U.) Si no estamos seguros del T.U. se debe especificar claramente que se trata de hora local. Como lo normal es que nuestra hora no sea exacta, hay que ajustar el reloj con las señales horarias de RNE, de forma que cuando lleguemos a casa sumemos o restemos la diferencia de nuestro reloj con la señal, para así obtener la hora exacta. Lo mejor es indicar la hora de aparición con un margen de error (por ejemplo, 23 horas, 30 minutos y 45 segundos ± 3 segundos).
 
En posición del observador se indica el lugar o localidad más cercana, longitud y latitud, aunque sólo sean aproximadas. La altitud se expresa en metros sobre el nivel del mar.
 
En el apartado descripción del bólido se resume las características del bólido. En trazo aparente se ha de indicar las coordenadas de inicio y fin del trazo. Una forma rápida de obtener las coordenadas es dibujar sobre un atlas, como el Sky Atlas 2000.0, o mejor, el URANOMETRIA 2000.0, los puntos de inicio o fin. Luego se trazan paralelas desde las líneas de Ascensión Recta y Declinación y calculamos con una regla de tres las coordenadas. En cualquier caso, si no desear obtener las coordenadas, mejor envíanos el parte con los datos y una carta con el dibujo. Nosotros nos encargaríamos del resto.
 
El Equinoccio en que se obtuvieron las coordenadas se ha de poner. Por ejemplo, Eq: 1950.0 o Eq: 2000.0 .
 
Nunca se ha de dibujar un bólido en una carta que no permita trazar toda su trayectoria, salvo que no quede otro remedio. Aunque el final o parte del bólido quede cortado en el borde, el registro sigue siendo válido.
 
En el apartado de brillo aparente , se indica la magnitud visual. Si varía de magnitud se escribe el rango entre el que fluctuó. En duración se anota el tiempo que duró el trazo. El color o colores percibidos se escriben en su apartado correspondiente. Trazo , aquí anotaremos sus características (como "largo y fino", "corto pero de 5' segundos de ancho", "curvo", etc). Si se producen fragmentaciones se ha de intentar estimar el número de fragmentos, trozos o chispas que presentó, anotando la magnitud y duración de cada uno de ellos.
 
Un dato muy importante es la estela. Nos interesa la duración en segundos, estimada aproximandamente, de la nubecilla que dejan algunos bólidos a su paso. Si resulta muy brillante se aconseja observarla con prismáticos y estimar su duración completa (por ejemplo: 15 segundos visual, 27 segundos con 8x30) o bien realizar dibujos para observar la evolución. Otros datos útiles en este mismo apartado son color y luminosidad de la estela.
 
Un tipo de estelas menos conocidas son las estelas de humo (Smoke Trains). No emiten luz, y se producen porque los materiales que han quedado distribuidos a lo largo de la trayectoria reflejan la luz ambiente. Sólo es posible observarlas cuando los rayos solares la iluminan desde cierto ángulo. Es el mismo efecto que da el color rojo a las nubes en una puesta de sol. Hay que tener en cuenta que cuando el Sol se encuentra por debajo de -18º de altura, ninguna parte de la atmósfera visible por el observador se encuentra iluminada, y por tanto este fenómeno no se produce.
 
En velocidad angular hay que utilizar dos escalas, la primera es conocida como escala subjetiva, y se indica como Rápido, R, Moderado, M, Lento, L, etc. La otra posibilidad, que es la que se debe usar, se basa en la estimación de la velocidad en grados por segundo. Para hacerlo hay que memorizar la velocidad del bólido y luego, desplazar nuestra mano con un dedo extendido a la misma velocidad que tuvo el bólido durante un segundo (aproximadamente el tiempo que se tarda en decir 101). Recordad que con el brazo extendido nuestro puño equivale a unos 10 grados. La distancia recorrida por nuestro dedo en grados será la velocidad angular en grados por segundo. Aunque el método parezca ridículo, con práctica es bastante exacto.
 
El sonido producido por un bólido es un fenómeno muy raro. Para poder apreciarlo es imprescindible que el lugar de observación está alejado de fuentes de ruido o cuando menos, no alborotar mucho después de verlo (algo difícil de evitar si fue muy espectacular). Si se produce, indicar la duración del eco, así como su tono (agudo, grave, etc.), o bien compararlo con algún sonido conocido onomatopéyico como "bang", "boom", "crack", etc. En los últimos años se han propuesto varios códigos para la clasificación los ruidos meteóricos. La más reciente es le sitema WESRC (Wolf Electrophonic Sound Report Code), desarrollado por Grahan Wolf en 1991. Este código asigna dos letras a cada tipo de sonido según se muestra en la tabla 1.
 

Tabla 2. Código WESRC.
 
Si es posible, se anotará el lapso de tiempo entre la observación visual y la audición del sonido. Se dan dado casos de que el sonido no es audible por ser de frecuencia muy baja, pero si en los alrededores existe un dieléctrico, como una vara de metal, ventana o similar, este cuerpo vibrará, y por resonancia emitirá un sonido que entonces será audible. En contados casos los ruidos se perciben simultáneamente a la observación del bólido. El por qué ocurre esto, aún no está explicado.
 
El nombre del observador y su dirección se especifica en otros. Puede que en alguna ocasión sea necesario que no tengamos que poner en contacto contigo, para confirmar algún reporte, o simplemente para mandarte alguna información adicional.
 
Si el registro se ha tomado de alguna revista o boletín de alguna agrupación astronómica, indicar esta circunstancia en fuente, recopilador. Desde estas líneas volvemos a insistir en la necesidad de revisar todos los archivos locales, a fin de recopilas la información y enviarla a IMO.
 
En observaciones podemos escribir en forma de redacción cómo se desarrolló el fenómeno. No olvidar ningún detalle, por superfluo que sea. Recuerda que una vez enviada la información, por lo general, es imposible verificar la fiabilidad de los datos.
 
Aspectos adicionales que pueden ser útiles son la altura sobre el horizonte en el momento que presentó mayor brillo. Si el meteoro varió mucho la altura (largo recorrido), y su magnitud fue constante, tomar el punto medio del recorrido. En el caso en que el meteoro se viese por el rabillo del ojo, anotar el ángulo desde el cual apareció, comenzando a medir desde el centro de visión que teníamos en ese momento. Este dato se utilizará posteriormente para corregir la magnitud. También se puede incluir la magnitud límite, seeing, cielo cubierto por nubes o el centro de visión.

5. Conclusiones.

Con éstas breves instrucciones se pretende que el observador tenga una idea clara del procedimiento a seguir en caso de observar un bólido. Ya de por sí es un fenómeno poco habitual, y gran parte de las observaciones no son útiles por estar incompletas. Si bien el número de registros es importante, es imprescindible comenzar a recopilar todos los bólidos observados. Muchos aparecen publicados en revistas de agrupaciones. Aquí es donde el lector puede contribuir de forma notable, recopilando y enviando todas las observaciones a SOMYCE, desde donde todas las observaciones se reenviarán al Fireball Data Center de IMO (International Meteor Organization).

6. Referencias.

[1] Bellot Rubio, Luis Ramón. Manual de observaciones visuales de meteoros. 1995. SOMYCE.

[2] Rentel, Jürgen. Handbook for photographic meteor observations. 1193. IMO.

[3] WGN, the Journal of the IMO 22:3 (1994)

[4] Trigo i Rodríguez, Josep Mª. Guía para el estudio de enjambres meteóricos. 1992. SOMYCE.

[5] Bellot Rubio, Luis Ramón. Introducción a la teoría física de los meteoros. 1992. SOMYCE.
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