Categoría: Observaciones Visuales
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1. Meteoroides y meteoros.

En el espacio interplanetario existen infinidad de pequeños cuerpos de dimensiones microscópicas que no pueden ser observados directamente, salvo cuando en su movimiento orbital colisionan con la Tierra.

La fricción con la atmósfera al caer hacen que se pongan incandescentes y se volatilicen total o parcialmente. Son los meteoritos o meteoros , en expresión popular, las estrellas fugaces. La terminología exacta es de meteoroides cuando se hallan en el espacio en curso de colisión con la Tierra, meteoros cuando penetran en la atmósfera de la Tierra y meteoritos cuando logran sobrevivir al calor de la fricción y alcanzan el suelo.

Su origen debe buscarse en los restos de los choques entre los Asteroides, pero sobre todo, en los restos de partículas expulsadas por los cometas [ver video 1.6 MB Courtesy ESA: European Space Agency].

Las principales lluvias de meteoros tienen lugar cuando la Tierra atraviesa las órbitas de ciertos cometas, por ejemplo, la del Halley que produce la lluvia de estrellas de las Oriónidas en octubre y las Eta Acuáridas en mayo [ver video 1.8 MB Courtesy ESA: European Space Agency]

Figura 1. Las Leónidas en 1998 impactando contra la Tierra. Esta imagen fue tomada con una CCD desde un satélite artificial. Sobre el horizonte de la Tierra, en la esquina derecha de la foto, puede apreciarse la estrella Alfa Arietis. Ver artículo completo en Leonid MAC http://leonid.arc.nasa.gov

Los meteoros, por su pequeño tamaño, no pueden ser visibles en el espacio salvo cuando impactan contra la atmósfera. Desde la Tierra empiezan a ser visibles a unos 120 Km. de altura, cuando la fricción con las capas superiores de la atmósfera los calienta y los pone incandescentes. Alcanzan su máximo brillo hacia los 100 Km. de altura y, salvo que sea de un tamaño considerable, la fricción y el calor los ha volatilizado completamente cuando alcanzan una altura de 25 Km.

A partir de una altura de unos 20 km la mayoría de los mayores meteoroides han perdido casi toda su energía y velocidad inicial.[ver video 1.1 MB Courtesy ESA: European Space Agency]

Los meteoros más brillantes que alcanzan o superan la magnitud -2 se denominan bólidos. La única diferencia respecto a las estrellas fugaces es su mayor masa. Los bólidos pueden dar lugar a ciertos fenómenos que raras veces se observan en los meteoros más débiles, como pueden ser fragmentaciones, cambios de color y explosiones en la parte final de su recorrido, en ocasiones acompañados de fenómenos sonoros, tales como silbidos o truenos.

En alguna ocasión un bólido puede llegar a alcanzar la superficie terrestre y el tal caso recibe el nombre de meteorito. Las mayores probabilidades se dan en los bólidos más brillantes de la magnitud -9, y la probabilidad de que esto ocurra en un territorio extenso como España, es de un caso cada dos o tres meses. Los mayores meteoros pueden ser vistos incluso a pleno día.

Si usted observa uno durante las observaciones o de manera casual puede remitir su reporte a la Comisión de Bólidos de SOMYCE.


2. Cometas y lluvias de meteoros.

En ciertas fechas el número de meteoros que se pueden observar es mucho mayor. Estos períodos son denominados lluvias de meteoros. Además, durante las lluvias de meteoros, que normalmente duran unos pocos días, la mayoría de los meteoros parecen provenir de un punto determinado del cielo, denominado radiante.

Las lluvias de meteoros normalmente son denominadas con el nombre de la constelación donde se encuentra el punto radiante y además se repiten anualmente durante un período de tiempo muy bien definido. Por ejemplo, la lluvia de meteoros de las Leónidas, es una de las más conocidas popularmente, empieza cada año alrededor del 14 de noviembre y se prolonga hasta el 25 de ese mismo mes, con un pico de intensidad bastante bien definido en torno a los días 17, 18 ó 19 de noviembre.

Como indica su nombre, el punto radiante se halla localizado en la constelación de Leo. La naturaleza de las lluvias de meteoros sugiere que están asociadas con el encuentro de la Tierra con regiones de su órbita con un número anormalmente alto de meteoroides.

Mientras los cometas se mueven por sus órbitas, dejan tras de sí un chorro de polvo y material rocoso liberado de los hielos que se vaporizan por el calor solar. Si la Tierra cruza la órbita de un cometa, estos restos ocasionan un aumento en el número de meteoros que la alcanzan; son las típicas lluvias de meteoros.

Durante las lluvias de meteoros, éstos parecen radiar de un determinado punto en el cielo, pero se trata de una ilusión óptica. Los meteoros que producen las lluvias e mueven esencialmente en trayectorias paralelas, pero a causa de la perspectiva (las líneas paralelas parecen encontrarse en el infinito), estas trayectorias paralelas parecen provenir de un punto cuando son observadas desde un determinado lugar de la superficie de la Tierra.


3. Los asteroides.

Escrito por Juan José Fernández Méndez.

El astrónomo Alemán Johann Bode descubrió en el siglo XVIII que existía una curiosa relación entre las distancias de los Planetas al Sol La secuencia de Bode se genera empezando con el 0, después el 3 y, a continuación, multiplicando este valor por 2 y doblando el resultado cada vez: 6, 12, 24 y así sucesivamente.

Ahora, si a cada número de la serie se le suma 4 y el resultado de divide por 10, lo que se obtiene es la distancia entre el Sol y cada Planeta en Unidades Astronómicas (una unidad astronómica UA equivale a unos 150000 de kilómetros, el radio de la órbita de la Tierra alrededor del Sol).

Figura 2. Ley de Bode. Si comparamos el radio medio de la orbita de los Planetas con el número obtenido por la secuencia de Bode, la secuencia es casi perfecta desde la órbita de Mercurio hasta la de Urano aunque se aprecia un defecto en la tabla: NO existe un planeta en la órbita de Bode situada después de Marte.

Así comenzó la búsqueda de un planeta entre Marte y Júpiter. Al principio del siglo XIX, se descubrió “el planeta perdido”. En realidad se trataba del primer asteroide, que mide unos 1000 km de diámetro.

El Italiano, Giuseppi Piazzi, su descubridor, le llamo CERES en honor de la Diosa de la Agricultura. La mayoría de los asteroides también conocidos como “Planetas Menores”, tienen órbitas en el Sistema Solar localizados entre las de Marte y Júpiter, el “Cinturón de Asteroides”. Algunos tienen orbitas que atraviesan la trayectoria de la Tierra e incluso algunos han chocado con nuestro Planeta en tiempos pasados.

Tienen una estructura semejante a los planetas interiores, como la Tierra y Marte, pero con diámetros menores de 1000 Km. Básicamente, por su composición se conocen dos tipos de asteroides: los rocosos, los metálicos.

Figura 3. Distribución de los asteroides en el Sistema Solar. Los asteroides están constituidos por el material que sobró durante la formación del Sistema Solar. Algunos científicos han sugerido que los asteroides son restos de algún planeta que una vez existió y que el planeta se fragmentó por los efectos de marea de Júpiter.

Las orbitas de estos asteroides son casi (aunque no exactamente), circulares. No todos están en Cinturón Principal, como los Griegos y Troyanos, que se sitúan en los puntos de Lagrange de Júpiter, los del tipo Apollo-Amor, que interceptan la orbita de los planetas interiores o los NEOS, que pasan muy cerca de la Tierra, y pueden ser potencialmente peligrosos si impactan en la Tierra.